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  La camarista
 

ENTRAMADO

La camarista
Directora: Lila Avilés
Nacionalidad: México
Intérpretes: Gabriela Cartol, Teresa Sánchez, Agustina Quinzi
Estreno: 6/3/20

Si algo caracteriza a un film social es que aporta datos e imágenes que definen a un colectivo. A ello puede añadir situaciones personales íntimas que ayudan a entender y distinguir a la persona dentro del grupo.

A esta orientación pertenece La camarista, primer largo de la directora mexicana Lila Avilés. Que evita cualquier tono épico, construyendo un film de ficción muy bien documentado para reflejar la realidad de una persona de la limpieza en un hotel con el mayor número de estrellas.

Una imagen, cuyo fotograma acompaña este artículo, define a mi entender la apuesta de Avilés en el relato. El desarrollo tecnológico facilita que una persona pueda fijar la temperatura exacta del agua en su bañera, modificándola a capricho con un pulso digital. Pero en la escena, nadie toma el baño. Lo limpia una camarera de hotel que sale de noche de casa, habla por teléfono (fijo) con su hijo furtivamente desde el hotel y regresa cuando ya está acostado. Revelando la tensión entre el avance técnico y la desigualdad social, desarrollos ambos que parecen darse la espalda.

La protagonista evita heroicidades y traza un plan para mejorar su pervivencia, pero el film supera la dicotomía “lo conseguirá / no lo conseguirá” para enfatizar que se encontrará siempre en la lucha, y que esta continúa ahora que ya bajó el telón.

La directora nos presenta a unos personajes sin grandes mezquindades ni bondades especiales. Ni por pobres, buenos. Ni por ello, desalmados. Se ayudan si se da la situación, y mientras se de. Y evita atribuirles apasionamientos peliculeros. Tenemos delante a personas que no pierden el tiempo en sentirse desafortunadas o agraciadas.

Sin crearlo a través del montaje (con encabalgamiento de escenas o una banda sonora saltarina), el espectador sentirá en determinados momentos cierta angustia, al ver hacer una cama a toda velocidad (sin pegar la cámara al rostro desencajado, otro artificio evitado) o al recibir llamadas del superior con más trabajo, ahora que acababa de probar bocado. Sentirá el miedo a perder el puesto de trabajo y todo lo construido al menor traspiés.

Y comprenderá la aplicación de las enseñanzas de aquel estratega romano del “divide y vencerás” con la estructura de salarios habidos en la pirámide camarista. Donde una suite de todo lujo es la que da sentido a todo el entramado.

Inaki Lancelot


 
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